Moisés Mori es un escritor inclasificable, cuyo trabajo sigue una vía solitaria, singular. Con un procedimiento libre, ajeno al cauce de cualquier método, se entrecruzan en su obra los diversos géneros de escritura: el ensayo ficción, la biografía autobiográfica, la suspensión poética, la erudición creativa…; los textos se construyen acumulando pausadamente datos y a la vez narrando con viveza multitud de pequeñas historias. Una poderosa capacidad de asociación y el despertar de ecos y correspondencias se pone al servicio de una búsqueda de apertura: una duda en lo que parece obvio o un súbito desvío, una revelación apenas sugerida impiden que el razonamiento se cierre y ofrecen la última palabra al lector.

Susan Sontag, Alberto Savinio, Georg Büchner, Iván Turgueniev o Antonio Tabucchi son, entre otros, los autores a quienes de este modo se acerca Moisés Mori en El nombre es lento. En el libro se va componiendo un mapa personal de cada escritor: profundo, sicológico, intelectual, afectivo, agudo…, haciendo intervenir toda suerte de recursos, de lo biográfico a lo sicoanalítico, del origen y sentido de los nombres propios a una gama amplísima de referencias multidisciplinares. Un segundo acceso trama lo anterior con núcleos de pensamiento como el problema de la identidad, la violencia, el dolor, la crueldad o el destino, conduciéndolos hacia una pregunta por los vínculos entre moral y arte, por la raíz política en que crece el debate existencial. Quizá todo ello podría leerse también como un depósito de materiales para pensar algo llamado Europa.